Una de las cosas más bonitas del mundo es mirar por la ventana. Siempre y cuando las vistas sean buenas y con eso no quiero decir que tengas una de las siete maravillas de frente. Basta con simplemente no tener un muro de ladrillo o cualquier otro material que te impida ver el movimiento. El movimiento del aire, del viento, de las personas, los animales, las plantas.. que te impida ver la vida.
Pero también que te impida ver el cielo.
De pequeña aún con mi dificultad para ver el cielo desde la ventana, sonseguía ver un trocito y me quedaba mirando aun sin ver nada durante horas. A veces, sí tenía suerte y era la hora en la que la luna pasaba, podría disfrutar de ella durante unos minutos, pero si no, la vista seguía siendo igual de buena.
Y es que, la belleza realmente no está en las cosas hasta que nosotros no las miramos de manera en que creemos que son bellas. Y para ello hay que abrir la ventana, mirar y.. no tener un muro que tape el exterior, que permita el movimiento interno que ejerce el medio sobre nosotros. Porque aunque la belleza comience en nosotros, nosotros la creemos, es lo que recibimos lo que nos hizo verla de ese modo, lo que nos hizo sentirla como bella.
Un ciclo inmenso, sólo por mirar por la ventana.
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