jueves, 3 de enero de 2013

Pinocho II (by my own)


Sin embargo, el hada no les advirtió de que dicha recompensa no sería para siempre y que en caso de que Pinocho dejase de ser un niño bondadoso perdería su don y volvería a convertirse en un niño de madera.
Gracias a la escuela Pinocho empezó a juntarse con más chicos y chicas de su edad. Encontró amistad en ellos y pasaban juntos todas las tardes, aprovechando que eran esos los únicos ratos libres que sacaba de ayudar a su padre Geppetto con la carpintería.
Los amigos de Pinocho sabían que Pinocho sabía de carpintería y con la ilusión de tener una casa de madera en un árbol empezaron a presionarle para que hiciese esa casa para ellos. Para que juntos pasasen las tardes.
Un día Pinocho iba en busca de unas tablas buenas de madera y entre su búsqueda se topó con una casa aparentemente abandonada donde había bastantes tablas que podía coger. Por la cabeza de Pinocho no cabía más que  las prisas de sus amigos por hacer la casa. Ya había hecho otras casas antes pero ninguna fue del agrado de sus amigos así que trataba de imaginar cómo sería, esta vez, la casa que construiría. Y entre pensamientos iba cogiendo algunas tablas de madera que veía.
Cuando de pronto apareció un señor algo bajito de dentro de una de las habitaciones de la casa y le dijo a Pinocho:
- ¿Sabes? No hace falta que cojas esas tablas para hacer la casa. Yo te ayudaré a construirla con algo de magia, si a cambio, haces algo por mi.
Pinocho sorprendido sonrió tras escuchar las palabras de aquel señor y sin preguntar tan si quiera quién era ni que hacía allí, decidió que no podía que si aquel hombre le ayudaba con algo de magia, todo sería mucho más fácil. -La magia, anteriormente me ayudó ¿no? - pensó.- Además ya soy un niño de verdad.
Y tras saber que solo debía hacer que sus amigos permaneciesen en la casa para siempre, accedió se marchó.
Le parecía tarea fácil hacer que sus amigos entrasen y permaneciesen dentro de la casa, pues las otras veces entraron, sin si quiera pedírselo, y aunque no les gustaron ninguna de las casas que les hizo con anterioridad, permanecieron en ellas durante horas.
Esa misma tarde, Pinocho volvió al lugar donde conoció a aquel hombre, con sus amigos. Y un par de metros antes de llegar a la casa encontraron un árbol con una casa un tanto extraña que no habían visto antes. –Esta es- dijo Pinocho. Los amigos de Pinocho no estaban muy convencidos de querer entrar pero finalmente Pinocho les convenció diciendo que lo mejor de una casa no es su fachada, sino cuan confortable es en su interior.
Les abrió la puerta y empezaron, sus dos amigos, a comportarse de una forma extraña. Pinocho se paró antes de entrar y les observaba sin dar crédito a lo que pasaba. ¿Estaba hechizada la casa?
No sabía si entrar o no entrar y se quedó a fuera dudando durante unos minutos. Entre tanto, sus amigos dentro de la casa, no paraban de girar en círculos sobre si mismos, mirando al techo.
Pinocho estaba muy preocupado. Pero temía que sí entraba le ocurriera lo mismo. Fueron un par de minutos después de decidir no hacer nada al respecto, por la promesa que había hecho con el duende, que sintió como se acorchaban sus dedos de uno de sus pies. No entendía qué le pasaba pero resultaba ser algo molesto.
Pronto, la sensación le subió a la rodilla.
Se tocó la pierna y... -¡No es cierto!- pensó.
Su pierna era ahora de madera.
-¡No puede ser! ¿Por qué? Pensé que siempre sería un niño de verdad.
Entendió que cuanto más tiempo pasara peor se encontraría ya que sentía que poco a poco iba a ser de madera de nuevo. Así que decidió que ,al menos, sus amigos, debían salvarse. Metió la pierna en la casa y trajo con ayuda de su pie de madera a uno de sus dos amigos mientras giraba, como si de un bastón o un paraguas se tratara. Y le sacó de la casa mientras sentía que la otra pierna también se había vuelto de madera en el proceso.
Al salir de la casa, su amigo se sentó en el suelo a descansar mientras Pinocho trataba de salvar al ultimo de sus amigos, aun dentro de la casa.  Sin embargo, era muy difícil conseguir sacarle ya que no tenía apenas fuerza para poder tirar de él con sus piernas de madera y prácticamente todo su tronco. Decidió tras varios intentos pedir ayuda al amigo que primero sacó.
-Voy a convertirme en madera en cuestión de minutos y solo no puedo sacarle, cojéeme como si fuese un palo y tráele hasta fuera. La madera te impedirá que el hechizo te afecte desde aquí.
Y según terminó de hablar  se convirtió en madera por completo.
Fue entonces cuando su amigo, hizo caso de las indicaciones de Pinocho y sacó al muchacho que faltaba de dentro de la casa, exhausto.
Intentaron reanimar a Pinocho por todos los medios pero era imposible. Pinocho había hecho un trato con un duende malo y había vendido por una vía fácil todo cuanto tenía. Sin embargo, el trato que había hecho con el duende era justo lo contrario de lo que había sucedido. Pues los amigos de Pinocho debían estar dentro de la casa y no fuera.
Pinocho se vio elevado a unos metros del suelo mientras sus amigos lloraban por creerle un muñeco de madera de nuevo. En el aire pinocho dio una vuelta y tras un fogonazo de luz fue invirtiéndose el hechizo haciéndole un niño de carne y hueso otra vez.
En el proceso, apareció el hada que le concedió por primera vez el don de ser un niño de verdad y tras la transformación le dijo a Pinocho:
-Hace unos años, no te advertí de los peligros que supone ser un niño de verdad. Te concedí ser de carne y hueso por ser un niños bondadoso, mas, Pinocho, si dejas esa bondad volverás a ser de madera otra vez.
Hoy hiciste un trato que no debías haber hecho, y pusiste en peligro a tus amigos por ello. Sin embargo, los ayudaste cuando te necesitaron y te comportaste como el niño bondadoso que siempre has sido. Y es por eso que vuelves a ser de carne y hueso. Mas no pienses que siempre que te comportes bien tras hacer algo mal volverás a ser un niño de verdad, porque ahora ya sabes qué ocurrirá si no eres bondadoso. Ya no habrá más oportunidades Pinocho. Cuídate, y se bueno.
Pinocho asintió y el hada fue alejándose hasta que desapareció y Pinocho abrazó a sus amigos.
Desde entonces Pinocho, no volvió a hacer tratos con duendes y siempre cuidaba de todos sus amigos y el resto de habitantes del pequeño pueblo donde vivía.


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